Heridas y recuerdos como tema precedente del proyecto

Reminiscencias, heridas y la ley de Jost



La obra (2018) explora un pequeño detalle entre el olvido y la memoria, intentado mostrar aquellos recuerdos que reaparecen tras años de sedimentación. La parafina muestra la acción del olvido y el paso del tiempo.
Esta serie está acompañada de un texto que escribí sobre los recuerdos asociados a heridas que no se han curado y que reaparecen, y a la consecuencia del olvido como un acto irremediable.


Fragmento del texto La ley de Jost y las heridas

Hace poco leí que el olvido no existe, por lo menos tal y como pensamos. Siempre hemos creído que el olvido era una especie de tecla en la memoria, si la presionamos, los recuerdos seleccionados irían borrándose con mayor o menor lentitud.“Los recuerdos no son para siempre, puesto que se mantienen en un tejido que cambia continuamente en el que algunas neuronas mueren o se debilitan. Esto supone no solo que podamos perder la accesibilidad de la información almacenada, sino también su disponibilidad en nuestro sistema cognitivo”[1]Acaso esta descripción del olvido, desde una perspectiva científica, aleja mis palabras en lo referente a enfermedades como el Alzheimer o la demencia.
 ¿De verdad somos capaces de asimilar la pérdida de vivencias? No lo creo. Probablemente aquello que consideramos perdido para siempre, se esconde en algún recoveco de nuestra memoria. Y es precisamente a esto a lo que me refiero, a esa inaccesibilidad aparente, ya que cuando creemos perder una experiencia en su totalidad, realmente no hemos encontrado la clave adecuada para recuperar el recuerdo. 


“El olvido está tan lleno de memoria/ que a veces no caben las remembranzas/ y hay que tirar rencores por la borda/ en el fondo el olvido es un gran simulacro/ nadie sabe si puede, aunque quiera, olvidar” [2]Según Benedetti, esto del olvido es una falsedad enmascarada, y debajo de la máscara aguarda la memoria. 
Mi obra se centra en un pequeño detalle situado entre la memoria y el olvido. En esa clase de recuerdos extraviados que reaparecen tras  años de sedimentación. En la serie Todas las que dijiste y que no cicatrizaron, el hilo se sujeta al papel con tanta fuerza que parece inverosímil pensar que una vez estuvo deshecho. La opacidad de la parafina sobre el papel me permite generar ese palimpsesto que afecta a la memoria hecha de hilo.  Las heridas son recuerdos mal cicatrizados. Nos damos cuenta de que siguen ahí porque cuando menos lo esperamos empiezan a doler. Salen a la luz. Alejandra Pizarnik ya describió esta sensación en sus diarios “Hay cicatrices que se rebelan para volver a su condición primera: heridas. Y su frenesí no se conforma tampoco con retroceder un ciclo: quieren el acto nuevamente.”[3]En ocasiones intento buscar un punto común entre la obra que realizo, aquello que leo y experiencias que me han marcado.

Retomando eso de la herida mal curada, tú, querida persona que está leyendo ¿Alguna vez te has arrepentido por las palabras no dichas? Una muestra de afecto nunca expresada, un adiós o simplemente un gesto. Tal vez ese escozor que sientes se produce por “la cicatriz que inculpa y no perdona”[4]O, por el contrario, perteneces al grupo doblementeherido. A las personas que fueron desterradas de algún corazón. Si perteneces a este grupo, recuerda una cosa, “el olvido está lleno de memoria, vamos a despertarlo/ a revelarlo”aprovechemos ese recuerdo olvidado. Haz como yo, sin pretensiones o temor a ser juzgadx, inventa una historia, escribe un poema desde el fondo de tu dolor, pinta un cuadro o cien. Centrémonos en cosas que nos hagan sentir que esa picazón merece la pena, que el ciclo constante al que se refiere Pizarnik no hunde. 
La doble herida implica por sí misma una doble cicatriz, y puedo decir que supone también un doble recuerdo. La ley de Jost [5]dice que cuando dos asociaciones tienen la misma intensidad, la repetición fortalecerá a la más antigua de ellas. Esta teoría se estableció como una de las formas para eludir al olvido. Una vez esto, juguemos. Intentemos no olvidar lo malo o lo bueno “los recuerdos atroces y los de maravilla/ quebrarán los barrotes de fuego/ arrastrarán por fin la verdad por el mundo/ y esa verdad será que no hay olvido”. Mario Benedetti o Joaquín Sabina lo tenían claro, por más que insistamos en olvidar será una utopía llegar hasta la meta. De una u otra manera terminaremos allí donde habita el olvido.                                                                              




[1]Collado Díaz, Andrea. ¿Qué es el olvido y por qué no olvidamos de cosas importantes? Inspeccionando lo límites de la memoria y la función psicológica del olvido. Andrea Collado Díaz es estudiante de psicología en la Universidad Autónoma de Madrid 
[2]Benedetti, Mario. Fragmento del poema Ese gran simulacro. El olvido está lleno de memoria.  
[3]Pizarnik, Alejandra. 27 de junio de 1955. Diarios. (Fragmento) 
[4]Benedetti, Mario. Verso del poema Vuelta al primer olvido.  El olvido está lleno de memoria.
[5]La ley de Jost fue elaborada por Pilzecker y Müller y publicada por su alumno Jost. Esta teoría explica la ventaja que tiene distribuir las repeticiones en el tiempo y reducir de esta forma el olvido. Estudio de la memoria y uno de los cimientos de los orígenes de la psicología científica.